Siempre.

Era una noche importante para Sam, su familia, y su novia que le acompañaba. Todos lo apoyaban y nadie, excepto su madre, paraba de sonreír.
Todos los alumnos de odontología fueron subiendo a por su diploma. Era increíble como había pasado el tiempo...
Durante toda la gala en una esquina del escenario, al fondo, se encontraba una misteriosa mujer. Tenía el pelo recogido en un moño con palillos chinos de esos que tienen lazos que cuelgan, llevaba un vestido azul cielo, unos tacones altísimos rosa palo, y, para mantenerse anónima, una máscara de carnaval clásico (de las que tienen pluma y pelitos) del mismo color que los tacones y los lazos de su moño.

-Hay una sorpresa para uno de los graduados esta noche-dijo el director de la gala.

Entonces la chica misteriosa caminó con mucha elegancia hasta el proscenio y comenzó su discurso.
-"Me alegra tanto que lo hayas conseguido, yo siempre supe que lo harías. Siempre dije que serías un buen dentista. Es fascinante lo bien que se te ve con esa chica rubia de la mano, lo feliz que eres. Aunque dudo de...Bueno, nada, que no quiero que nadie me odie-sus labios se curvaron levemente-. Quiero que sepas que sigo cumpliendo cada una de esas promesas, pero veo que tú las olvidaste. No importa... Solo quería felicitarte, y que vieras que me alegra tu felicidad y tu existo. Esto no habría sido posible sin tu coraje, sin tu forma de luchar. Yo también lo hice, sigo en un escenario, en exposiciones, y doy clases. Como escribí una vez: quiero que luches por ser lo que quieras, aunque tengas que estar lejos de mi. Gracias por haberlo hecho."

 Al terminar de hablar la madre de Sam sonrió, porque había reconocido a aquella chica; y su hijo se levantó  y corrió al escenario, pero ella antes de que llegara se quitó la máscara, lo que hizo que él se parará al encontrarse con sus ojos después de tantos años.
Oriane dejó derramar una sola lágrima antes de girarse e irse de aquel escenario.