miércoles, 13 de noviembre de 2013

Ligeia

Fotografía de Antonio Camoyán


Como si fuera un espejismo, o una divinidad la vi sentada en una roca al sol de un noviembre que no parecía rozarle la piel. Y observando la dureza de las piedras a su alrededor, parecía que una lágrima quisiere pasear por sus mejillas, como el río que bajaba a su espalda, y turbar aquel rostro sereno y nostálgico.

El frágil cuerpo de mujer quería confundirse con el paisaje, fundirse con las rocas que la recogían y abrazaban como el vientre materno. Estaba tan solemne allí postrada ante la belleza de la naturaleza que un día nos regaló la vida a todos, agradeciéndole el milagro de haber hallado un lugar a donde ella se sentía pertenecer.

Era una sirena muda, era Ligeia privada de su melodía. Una mujer hermosa, apasionada e intelectual de pelo negro y ojos oscuros esperando la muerte de Lady Rowena.

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