viernes, 29 de noviembre de 2013

Quién sabe qué.

Realmente Aleixo no lo merece, no merece ni una palabra de Oriane. Ni siquiera una mirada o poder oler su perfume.
Pero para ella era casi una costumbre, un rito anual. Debía caer y volver a escribirle, aunque cada año era un poco más fría y lejano...
             
            "No lo leerás, como siempre. Hace demasiado tiempo que me dedico a escribir a una persona que cada vez estoy menos segura de conocer. 
             No puedo negar mi deseo de mirarte y volver a ver lo que veía hace ya tantos años, que me mires y no me mires como me miran todos los demás. Me encantaría que me mirases como antes. Pero he perdido toda esperanza de que eso ocurra, sé que ya de mi has tenido todo lo que podías desear, en secreto. Como siempre, como todos."

Oriane cerró su cuaderno, dejó el bolígrafo encima y sintió que ese último punto era mucho más que un mero signo de puntuación. Había tomado una decisión, después de tres largos años reflexionando sobre ello, hoy, después de tanta miscelánea de emociones, con más determinación que nunca guardó aquella bolsita blanca en su bolso por si se llegaran a cruzar.

martes, 26 de noviembre de 2013

Náyade.

Cansado de tanto andar el peregrino se acercó al sonido de aquella catarata, sin esperar encontrar allí a una de las hijas del titán Océano. No esperaba encontrar en aquella odisea que vivía una mujer tan bella.
Se adentró en las aguas del manantial, y comenzó a nadar hacia la cortina de agua que había al final. Al acercarse la preciosa Nomia descubrió su presencia el joven comenzó a sentir que enloquecía. Su mente no estaba capacitada para procesar semejante belleza, sus manos deseaban deslizarse por una piel que se le mostraba exquisita, se le antojaba enredar el frágil cuerpo de la náyade con sus brazos cansados. Pero ella se zambulló en el agua cristalina y Ganimedes nunca volvió a verla.
Al llegar al pueblo más cercano preguntó por ella mas no obtuvo respuesta alguna, nada más que encontró miradas recelosas que parecían juzgar su entendimiento. Al entender que nadie le hablaría de Nomia, pues nadie la había visto jamás, se dedicó a pintar cuadros en los que podía verse a la náyade, la mujer más hermosa que nunca había existido. Pasaron los meses y murió solo, rodeado de cuadros que dejaban en el mundo la huella de su locura.

domingo, 24 de noviembre de 2013

Volvió el frío.

Me enamoré de unos ojos tristes, y los deseé tanto que los míos se tornaron grises. Quise formar parte de su pestañeo, y lo hice. Fui un guiño de sus ojos, pero cuando sus pestañas volvieron a levantarse la pupila ya no se fijaba en mi, Dejé de estar presente.

A vuelto el frío, y mi piel cada invierno se vuelve más agua y mi corazón más roca.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Ligeia

Fotografía de Antonio Camoyán


Como si fuera un espejismo, o una divinidad la vi sentada en una roca al sol de un noviembre que no parecía rozarle la piel. Y observando la dureza de las piedras a su alrededor, parecía que una lágrima quisiere pasear por sus mejillas, como el río que bajaba a su espalda, y turbar aquel rostro sereno y nostálgico.

El frágil cuerpo de mujer quería confundirse con el paisaje, fundirse con las rocas que la recogían y abrazaban como el vientre materno. Estaba tan solemne allí postrada ante la belleza de la naturaleza que un día nos regaló la vida a todos, agradeciéndole el milagro de haber hallado un lugar a donde ella se sentía pertenecer.

Era una sirena muda, era Ligeia privada de su melodía. Una mujer hermosa, apasionada e intelectual de pelo negro y ojos oscuros esperando la muerte de Lady Rowena.

De lobos y ovejas.

¿Cuántas noches había pasado sin poder dormir? Al menos las noches que no durmió fue por entregarse al placer, por hacer lo que le apetecía...