jueves, 28 de julio de 2011

Me sobra hasta estar viva.

Aquí estoy, en uno de esos días en los que nada tiene sentido, en los que solo me apetece escuchar música en mi cama y llorar todo lo que tengo dentro. Sin que nadie me vea.
Que me sobran los besos, los abrazos, las sonrisas, los regalos, los peluches...me sobra todo eso, me sobra pensar o quedarme en blanco. Me sobra estar con gente y me sobra estar sola. Me sobran estas cuatro paredes en las que hace frío y me sobra el campo con tanto aire que me asfixio.
Sobro, igual que he sobrado para mucha gente...Ya no queda nada que merezca la pena dentro de mi...Ni siquiera esto merece la pena...Sí, me siento mejor escribiendo pero...Un día me quedaré sin palabras, sin letras, sin párrafos...Me quedaré sola con mi silencio, asustada y sin saber que hacer conmigo misma...Queda pena, es lo único que hay dentro...
Me sobran los "¿Qué te pasa?","¿Te pasa algo?","¿Estás bien?", me sobran todas esas preguntas que hipócritas hacen solo porque es lo que hay que hacer...No yo no funciono así, no voy a contarle mis problemas a quienes no les importa; ni a los que les importa tampoco. Siempre ha sido así: nadie tiene que cargar conmigo.
Hoy sobro en el mundo, y el mundo sobra en mí.

viernes, 1 de julio de 2011

Dos horas.

Era diferente. Oriane ya había estado en más camas y en la cama de Sam otras pararon a pasar la noche, pero aquella vez era diferente. Hacía tanto tiempo que no se sentía así...que no la desnudaban...
Y allí, en la habitación de Sam, estaba ella desmaquillándose y poniéndose un pijama cómodo y que hiciese parecer que tenía un cuerpo bonito, y cuando se recogía el pelo entró él, mirándola mientras sonreía. La agarró por la cintura quedando tras ella, que giró la cabeza mientras continuaba peinándose para besarle. Poco a poco su cuerpo estaba frente al de Sam y los dos andaban hacia la cama sin dejar que sus lenguas se desenredasen.
Pobre cama, no sabía cuánto iba a durar aquello, no podía siquiera imaginar la cantidad de sudor que iba a derramarse sobre ella.
Se tumbaron, ella y después él. Cuando quiso darse cuenta Oriane ya no tenía puesto el pijama y estaba desnudando a Sam que no paraba de morderle el cuello.
Oriane sentía a Sam dentro de ella, sentía como la quería, y ella no quería que se fuese nunca. Era distinto. Estaban los dos tan enamorados, tan sintiéndose, tan a gusto sabiendo que eran solo una persona; que habían dejado de ser "tú y yo" y se habían convertido en un "nosotros".
Tras dos horas, Sam se tumbó al lado de Oriane, que lo miró sonriendo y dijo una vez más "te quiero".

-Nunca he dormido con mi novia.
-Yo nunca he dormido con un hombre que se haya acostado conmigo.

De lobos y ovejas.

¿Cuántas noches había pasado sin poder dormir? Al menos las noches que no durmió fue por entregarse al placer, por hacer lo que le apetecía...