viernes, 24 de mayo de 2013

He dicho

"Cuando uno escribe, escribe siempre sus restos. La ruina más pobre de lo que uno es", leí en alguna parte. Lo siento, yo no estoy de acuerdo. Cuando escribimos mostramos mucho más que nuestras ruinas. Enseñamos nuestros deseos, nuestra realidad, y dejamos al descubierto nuestro alma.

Y Sam ya no forma parte de Oriane, ya no le duele... Se rindió al descubrir que no le importaba como persona, que le daban igual sus lágrimas y la confianza que ella depositaba en él.

Se dio cuenta de que él ya no le hacia sentir igual, ni siquiera cuando quedaban para echar un polvo... Y para rematarlo aquella respuesta de "hablamos de sexo" hizo que el poco amor que le quedaba en el corazón se esfumara.
Y sabe que siempre que escuche alguna canción de aquel grupo se acordará de él, que sonreirá al verte y que Sam siempre tendrá un abrazo guardado en ella. Pero ahora dependía de él que ella no desapareciera, que demostrase de verdad que no quiere que lo deje solo... No lo hará... Sam siempre pudo sustituirla sin problemas, librándose así de que ella le contase sus problemas, de que, a pesar de todo, ella aún confiara en él.

Sam tomará todo aquello como otro berrinche tonto de Oriane, y creerá que ella no podrá vivir sin él pero en la cabeza de ella se repite una frase de una de esas canciones del grupo que cantaba su canción...


¿Qué hará Sam, permitirá el final?



De lobos y ovejas.

¿Cuántas noches había pasado sin poder dormir? Al menos las noches que no durmió fue por entregarse al placer, por hacer lo que le apetecía...