viernes, 29 de mayo de 2020

De lobos y ovejas.

¿Cuántas noches había pasado sin poder dormir? Al menos las noches que no durmió fue por entregarse al placer, por hacer lo que le apetecía hacer.
Había vuelto a esas noches de alcohol, de cigarrillos de la risa, de vestiditos y tacones, de conocer gente, de sonreír y acercarse con ojos pícaros.
Había vuelto a reírse de su sombra hasta que una noche cayó, a tus pies. Mientras la risa la invadía sentada en el suelo con su vestido de flores una mano se estiró hacia ella para ayudarla a ponerse en pie, al levantar la mirada y encontrarse con tus ojos se quedó en silencio. Aceptó esa mano cálida y se quedó frente a ti, con sus ojos brillantes por culpa del alcohol y del amor que siempre sintió por quién quiso ofrecerle protección.
Allí coqueteabais como si os acabaseis de conocer, pero en su mente estaba grabado algo que dijiste años atrás, en la barra de algún bar oscuro, abarrotado, acercándote a ella sin que nadie lo notase. Como siempre. El secreto mejor guardado, pero no. Hace muchísimo que dejó de ser un secreto. 
Y todos creen que ella es frágil y tú eres brutal, pero tal vez ella es el lobo feroz y tú el tierno ternerito. Quizá hay mucho de secreto en esas miradas seductoras y las sonrisas cómplices. 
El juego del lobo y la oveja, 
El coqueteo de los leones.
El amor de cada puerto.

3 comentarios:

De lobos y ovejas.

¿Cuántas noches había pasado sin poder dormir? Al menos las noches que no durmió fue por entregarse al placer, por hacer lo que le apetecía...