viernes, 28 de diciembre de 2012

Loca y absurda.

Podría decir una y otra vez lo mismo, y tal vez esto solo sirva para reiterar ese te quiero que tantas veces callaste.
Puedo escribir la primera vez que nos vimos, o la primera vez que me defendiste, o la primera vez que nos enfadamos; pero quiero escribir la última.
Te perdí, por miedo, y quizá ya nunca vuelva a tener una oportunidad como esa. Temí a todas esas tardes hablando, de ser por una vez la única a la que cuidabas, a tus ganas de verme siempre, a los besos sin importar quién nos viera... A ser para ti todo lo que tú eras, y serás siempre, para mi. Miedo a que me quisieras de verdad aquella vez.
Y ahora, un año y medio después, no puedo evitar preguntarme qué hubiese pasado si no hubiese huido a los brazos de otro, a unos besos que jamás sabrán como saben los tuyos, a aquellos abrazos que no me aceleraban el corazón.
¿Qué habría pasado si la pequeña Oriane no hubiese caído en las dulces mentiras de Sam y se hubiera quedado con las duras verdades de Aleixo?

jueves, 13 de diciembre de 2012

Vueltas al sol.


Y es que desde que aquel día tuviste su sonrisa en tu almohada dándote los buenos días empezaste a levitar, a volar poco a poco… Pero fue tanto tiempo acostumbrado a las mañanas sin querer salir de la cama, a los besos en la espalda antes de dormir, a su olor [que cuando todo va mal es a lo que te aferras porque sabes que siempre estará cuidándote] , que poco a poco fuiste acercándote al sol. Y hacía calor, y las cosas ardían con facilidad, pero no querías volver a poner los pies en el suelo, tener que alejarte de la esfera. Perderla. Y te quedaste, girando a su alrededor, cada vez más lejos; hasta que ya el sol no quemaba, solamente calentaba. A veces echas de menos todo ese fuego, esa pasión, ese intentar brillar cada día, y vuelves a volar dando vueltas al sol.

De lobos y ovejas.

¿Cuántas noches había pasado sin poder dormir? Al menos las noches que no durmió fue por entregarse al placer, por hacer lo que le apetecía...