jueves, 13 de diciembre de 2012

Vueltas al sol.


Y es que desde que aquel día tuviste su sonrisa en tu almohada dándote los buenos días empezaste a levitar, a volar poco a poco… Pero fue tanto tiempo acostumbrado a las mañanas sin querer salir de la cama, a los besos en la espalda antes de dormir, a su olor [que cuando todo va mal es a lo que te aferras porque sabes que siempre estará cuidándote] , que poco a poco fuiste acercándote al sol. Y hacía calor, y las cosas ardían con facilidad, pero no querías volver a poner los pies en el suelo, tener que alejarte de la esfera. Perderla. Y te quedaste, girando a su alrededor, cada vez más lejos; hasta que ya el sol no quemaba, solamente calentaba. A veces echas de menos todo ese fuego, esa pasión, ese intentar brillar cada día, y vuelves a volar dando vueltas al sol.

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