domingo, 7 de febrero de 2010

Carta.

07.febrero.2010

Tu sitio…

¿Quieres saber donde está tu sitio?

No tienes un sitio, y no lo tienes porque cada ve que alguien empieza a organizar su vida para que tú quepas tienes que salir corriendo.

¿Por qué tienes tanto miedo a que te cojan cariño, por qué no eres capaz de dejar que te quieran en su vida?

Pero siempre, siempre acabaremos huyendo alguno de los dos. Pero yo no huyo pensando en ti, huyo porque se que te arrepentirás como cada vez.. Y tú huyes con la pobre excusa de no querer hacerme daño, ya me haces daño. Estés cerca o lejos me haces daño entrando y saliendo como si no pasara nada ..

Que no puedo creerte, lo siento. No puedo creer que no quieras hacerme daño pues es lo que siempre haces. ¿Para qué decirme que te gusta verme sonreír si a los dos días vas a hacer que las lágrimas mas amargas del mundo invadan mi cara provocando un fuerte dolor en mis ojos?

Ojala. Ojala solo me dolieran los ojos cuando lloro por tu culpa. Me duele mucho más, me duele el alma, y yo no creo en eso. Me duele quererte, y es normal que me duela porque a pesar de que se que me has mentido mil veces sigo creyéndote.

Porque tu sitio podría haber estado perfectamente a mi lado, o entre mis piernas pero no. No quisiste dejarte llevar por los sentimientos tras exigirme que siguiera a mi corazón. ¿Sabes? Quisiera no haber seguido a mi corazón, quisiera que solo él se hubiese estrellado contra el suelo mil y una vez a tu antojo. Ojala él si y yo no.

Me encantaría no haberme dejado pisotear y escupir por ti como lo he hecho.

Y ahora ¿qué?

¿Se supone que si ahora vuelves como me prometiste tengo que volver a creerte? Sea así o no, lo haré. Te creeré. Me gusta creerte, me gusta de verdad pensar que me quieres, que te importo, que te gusta verme sonreir, que te gustan mis pechos. Si fuera cierto, si no solo fuera algo que te gusta decir porque sabes que luego lloraré, porque sabes que echaré de menos esas palabras. Si solo fuera verdad que no te quieres en mi vida. Pero se que no es así; ni me quieres fuera de tu vida, ni lo dices por herirme, ni siquiera deseas que te eche de menos.

Me quieres. Lo sé. No me preguntes porqué pero tengo eso en mi… no sé, algo me lo dice.

Y yo te quiero, lo sabes. Lo sabes porque no me canso de demostrarlo, porque siempre te lo he dicho sin importarme nada.

Oriane.

jueves, 4 de febrero de 2010

Volar.

La pequeña Oriane, que ya corría camino de los veinte años, decidió una mañana echar a volar. Por fin, iba siendo hora de que se quitara las cadenas con las que un día gustosamente permitió que la dejaran cautiva de una mirada; mirada que solo recibió al soslayo.
Ya Oriane no espera que nadie la mire y es cuando más la miran -sí, aunque intentes que no se no se te que miras mi foto cada día al despertar y antes de irte a dormir- . Puede volar, de hecho esta volando por encima de todo aquello que la mantuvo a tres palmos del suelo durante tanto tiempo. Y le hace gracia ver como siguen viéndola como la persona más vulnerable sobre la faz de la tierra cuando ni siquiera pueden tocarla.
Ahí va, esta volando y se siente bien haciéndolo. Siempre soñó con ser un pájaro, ya sebes eso de tener alas le llamaba mucho la atención y se ha dado cuenta tarde -pero se ha dado cuenta, que es lo importante- de que no son necesarias para poder volar.
-Vas a estrellarte, como lo hice yo.
-Es mi elección, si me estrello al menos habré intentado volar.
-Pero por mucho que vueles sabes que voy a ir corriendo bajo tu vuelo.
-Pero volando puedo llegar donde tus piernas no pueden. Además te he dejado abajo.
-Crees que vas a aguantar mucho volando sin tener mi mirada.
-Estoy segura de que voy a aguantar mucho, eres tú quien no quiere mirarme ahora no me digas nada por salir de esa cárcel en la que cumplí la condena que yo misma me impuse durante estos años. He cumplido mi castigo, ahora me merezco ser libre.
-Nunca serás libre, sabes que eres mía.
-Me hace gracia que digas eso cuando te dejé bien claro que yo nunca había sido ni seré tuya. Soy mi entiéndelo. Además, ¿Qué hago perdiendo el tiempo con alguien que no puede ser sincero consigo mismo?

Y Oriane siguió su vuelo mientras alguien corría sin aliento ya; de pronto se escucho como decía: “Ya ni siquiera tú puedes pararme.”

De lobos y ovejas.

¿Cuántas noches había pasado sin poder dormir? Al menos las noches que no durmió fue por entregarse al placer, por hacer lo que le apetecía...