Oriane estaba sentada en un banco de aquel parque al que ya nadie iba. Había ido sola, a pensar, para sentir el viento, para no tener que fingir. De pronto alguien se sentó a su lado, ella ni miró. Durante unos minutos ambos permanecieron en silencio.
-¿Cómo estás?
Ella miró a su derecha, había reconocido la voz de Sam. Sonrío.
-Bien, yo siempre estoy bien. ¿No lo sabes ya?- dijo mientras le reprochaba con la mirada que después de tanto tiempo sin acordarse de ella viniese a preocuparse.
-Sí, ya. ¿Y qué haces aquí sola?
-Me gusta estar sola, estar sola no es no estar bien. Tal vez para ti sí, pero yo prefiero estar sola a los hipócritas amigos de ratos contados.- Todo lo callado empezaba a hacerse explicito. Oriane siempre se callaba esas cosas, pero ya empezaba a estar cansada.
-¿Es por mi?
-Por ejemplo...- Se levantó y sin mirarlo siquiera dijo mientras se alejaba- Es por todos.
-¿Cómo estás?
Ella miró a su derecha, había reconocido la voz de Sam. Sonrío.
-Bien, yo siempre estoy bien. ¿No lo sabes ya?- dijo mientras le reprochaba con la mirada que después de tanto tiempo sin acordarse de ella viniese a preocuparse.
-Sí, ya. ¿Y qué haces aquí sola?
-Me gusta estar sola, estar sola no es no estar bien. Tal vez para ti sí, pero yo prefiero estar sola a los hipócritas amigos de ratos contados.- Todo lo callado empezaba a hacerse explicito. Oriane siempre se callaba esas cosas, pero ya empezaba a estar cansada.
-¿Es por mi?
-Por ejemplo...- Se levantó y sin mirarlo siquiera dijo mientras se alejaba- Es por todos.