miércoles, 29 de enero de 2014

Es por todo, por todos.

Oriane estaba sentada en un banco de aquel parque al que ya nadie iba. Había ido sola, a pensar, para sentir el viento, para no tener que fingir. De pronto alguien se sentó a su lado, ella ni miró. Durante unos minutos ambos permanecieron en silencio.
-¿Cómo estás?
Ella miró a su derecha, había reconocido la voz de Sam. Sonrío.
-Bien, yo siempre estoy bien. ¿No lo sabes ya?- dijo mientras le reprochaba con la mirada que después de tanto tiempo sin acordarse de ella viniese a preocuparse.
-Sí, ya. ¿Y qué haces aquí sola?
-Me gusta estar sola, estar sola no es no estar bien. Tal vez para ti sí, pero yo prefiero estar sola a los hipócritas amigos de ratos contados.- Todo lo callado empezaba a hacerse explicito. Oriane siempre se callaba esas cosas, pero ya empezaba a estar cansada.
-¿Es por mi?
-Por ejemplo...- Se levantó y sin mirarlo siquiera dijo mientras se alejaba- Es por todos.

martes, 28 de enero de 2014

Carta a Lucas.

Mi pequeño Lucas, sé que no podrás leer esto pero también que de algún modo todo esto ya lo sabes. 
Hay momentos en los que te echo de menos más que el resto del tiempo. Tú creías en mi, sabías hacer que sonriera siempre, me dabas consejos. Y ahora no queda nadie que crea que yo soy mejor, que piense que puedo vencer a todas esas lágrimas que desaparecían cuando iba a verte. Sabías cuando aparecer y dejarme sola para que creciese.
Tengo tantas formas de gritar que te echo de menos, y que te odio por irte así que no sé como hacerlo. He estado en silencio estos tres meses para poder escribirte sin rencor. 
Dueles, aquí dentro. Dueles, porque aún no se lo he dicho a nadie y no soy capaz de hablar de ti. Nos veremos, seguro que volveremos a vernos y podré darte un abrazo.
Hasta entonces tendré que conformarme con tu recuerdo.

jueves, 9 de enero de 2014

Que no se note mi sentir.

Cuando el sol se pone siempre piensa en escribir, pero al coger la pluma las palabras se niegan a ser plasmadas. Él se queda sentado delante del folio, esperando que la tinta comience a dibujar todo aquello que jamás le había dicho, aquello que pretendía que supiese sin tener que pronunciar porque al mirarla ojos su ánima solo sabía callar y desear abrazarla y besarla.
Él, tan fuerte y frio, se perdía en el fuego de una sonrisa demasiado dulce y sincera.
"¿Para qué escribirle?", pensaba. Creía que ella no sentía nada, que después de tanto tiempo su corazón se había congelado. No era así, ella estaba muriendo porque él le dijese "te quiero". Solo eso. Lo necesitaba, ella durante años se lo dijo, le confesó lo que sentía y él a pesar de los besos, de los ratos, de la playa, de los helados solo lo había dicho una vez. El día que ella le dijo que estaba enamorada, la llamó y le dijo "te quiero", ella no le respondió. Tal vez por eso no lo ha vuelto a decir, quizá no entendió que ese momento había revuelto todo su mundo porque no esperaba oírlo.
Finalmente siempre se iba a dormir sin escribir nada, al mismo tiempo que ella despertaba deseando que le hubiese escrito. Sabía que no encontraría nada de él, y rompía a pedazos un papel con letras para él.

miércoles, 8 de enero de 2014

Locura.

En aquella habitación donde todos se querían y los hombres sin amante buscan con miradas procelosas los lascivos ojos de las mujeres. Entre todos, una joven que los observa impasible, sin devolver la mirada a nadie, sin girar la cara a esas pupilas que necesitan el amor de otra persona. Ella se sentía una Dulcinea y aun no había encontrado a ningún loco que fuese a pelearse con molinos de viento por ella. Nadie iba a liberar a otros para que fueran hasta ella y decirles que están a su merced porque un hombre que ha perdido el juicio lo dice. Eso era todo lo que quería: un loco, pero que no retomara el juicio jamás y siempre la viese como la más bella dama. ¿Un  principe azul? No, nunca le había gustado como le quedaba ese color. ¿Un caballero de brillante armadura y apuesto? No, esos luego no saben salir de la armadura. Un loco, porque tal vez ella también era una mujer quijotezca.

De lobos y ovejas.

¿Cuántas noches había pasado sin poder dormir? Al menos las noches que no durmió fue por entregarse al placer, por hacer lo que le apetecía...