jueves, 9 de enero de 2014

Que no se note mi sentir.

Cuando el sol se pone siempre piensa en escribir, pero al coger la pluma las palabras se niegan a ser plasmadas. Él se queda sentado delante del folio, esperando que la tinta comience a dibujar todo aquello que jamás le había dicho, aquello que pretendía que supiese sin tener que pronunciar porque al mirarla ojos su ánima solo sabía callar y desear abrazarla y besarla.
Él, tan fuerte y frio, se perdía en el fuego de una sonrisa demasiado dulce y sincera.
"¿Para qué escribirle?", pensaba. Creía que ella no sentía nada, que después de tanto tiempo su corazón se había congelado. No era así, ella estaba muriendo porque él le dijese "te quiero". Solo eso. Lo necesitaba, ella durante años se lo dijo, le confesó lo que sentía y él a pesar de los besos, de los ratos, de la playa, de los helados solo lo había dicho una vez. El día que ella le dijo que estaba enamorada, la llamó y le dijo "te quiero", ella no le respondió. Tal vez por eso no lo ha vuelto a decir, quizá no entendió que ese momento había revuelto todo su mundo porque no esperaba oírlo.
Finalmente siempre se iba a dormir sin escribir nada, al mismo tiempo que ella despertaba deseando que le hubiese escrito. Sabía que no encontraría nada de él, y rompía a pedazos un papel con letras para él.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

De lobos y ovejas.

¿Cuántas noches había pasado sin poder dormir? Al menos las noches que no durmió fue por entregarse al placer, por hacer lo que le apetecía...