domingo, 10 de diciembre de 2017

Cortesía.

Después de tanto tiempo, de las lágrimas y de las risas. Cuando ya no queda "nada" es cuando podemos decir todo lo que nos venga en gana.
Hace un año yo tenía escrita una fábula preciosa, sobre como hay que dejar que cada quién coja su camino y saber respetarlo, sin dejar perder el cariño a esa persona solo porque su decisión no nos guste. Era para ti, de nosotros. Pero me enfadé, y se perdió, y ahora tal vez esté en uno de tus folios reciclados.
Solo quiero que sepas que cuando nos veamos yo querré abrazarte, pero no lo haré. No lo haré por respeto, por orgullo, por amor propio. Por miedo a que ya tus abrazos no me digan nada.
Que tal vez te sobren personas y te falten otras, pero la vida va así, en tránsitos. 
Estuviste en mi vida, y me llevo un recuerdo dulce y empalagoso: como una piruleta. Ahora no somos, no existimos. Vivimos en planetas distintos, aunque siempre lo hemos hecho, pero espero que si en algún momento nos cruzamos de nuevo tengamos el valor de acercarnos y saludarnos con una sonrisa. 
Me gustaría que tú también tuvieses un recuerdo bonito de mi paso por tu vida, pero, ahora que lo observo todo con una calma que jamás había conocido, creo que no vas a recordar eso como algo bonito, porque tal vez yo como persona soy demasiado difícil de entender, de llevar, de aguantar. A veces ni siquiera yo hago ninguna de esas cosas.
He aprendido a borrar el dolor, que ha pasado. Pasó hace mucho tiempo. A una Olga que ya no está, a un amor que no fue amor, a un Samuel que hoy se hace grande.
Este es mi regalo para ti, unas palabras que no he leído, pero que mientras escribía no había una sola pizca de amargura o reproche. 
Que te quise, y que siempre tendrás un hueco en mi hombro si necesitas llorar, una sonrisa que te ayude a levantarte o unos brazos que te aguanten. Siempre que tú lo quieras y lo pidas.
Yo crecí, y volví a ser algo que ya echaba de menos.
Solo te pido que te acuerdes de mi una vez al año, aunque no digas nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

De lobos y ovejas.

¿Cuántas noches había pasado sin poder dormir? Al menos las noches que no durmió fue por entregarse al placer, por hacer lo que le apetecía...