miércoles, 19 de septiembre de 2012

Insomnio.

¿Es posible que me haya quedado sin palabras tras tantas horas buscando cómo empezar?
Tal vez es que esto no es lo mío, que lo mío se fue quedando por el camino, que ya no sea la misma que cuando descubrí el poder curativo de la escritura... Tal vez esa ilusa y dulce niña volvió a morir, como aquel San Valentín en ese bar en el que hace poco conseguí que "mi estrella fugaz" se parase a mirarme. Tal vez la pequeña que se sonrojaba con las palabras bonitas se ha ido lejos de esta zorra que escribe ahora...
Y es que tal vez el odio, la rabia. la furia, todo el mal de mi interior ha acabado con mi bondad, tal vez el ceño fruncido hizo sucumbir a los ojos brillantes e inocentes...
La extraño, me extraño. Hecho de menos esa manera tonta de ilusionarme, mis grandes abrazos a grandes personas, o que yo pensé que lo eran.
Tal vez escribir nunca fue lo mío, sino lo suyo. Lo mío en realidad siempre ha sido de otro. De otros... Oriane, mi álter ego, no sería ella sin la inestabilidad y dureza de Aleixo, sin la mentira que le regaló Sam, sin el abrigo de Denis en las noches de bares, sin el sexo con Faicán, y, por supuesto, sin los abrazos de Lucas.
¿Y si siempre estuve equivocada, si llevo años enredada en el mismo error?
No, siempre me dejé guiar por lo que el corazón me dictaba. Siempre tan visceral.
En todo caso, da igual. Da igual si me equivoqué porque ya no hay vuelta atrás; y de haberla, os aseguro, volvería a caer en las mismas emociones.
Oriane siempre será Oriane, al menos mientras Olga sea Olga.
Tal vez necesite un respiro. Un suspiro.

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