jueves, 7 de marzo de 2013

Aguantarse las ganas.

Eso de resignarse a mirarla de lejos, de verla sonreír, de ver como vuela de un beso a otro.. Aguantarse las ganas de ir y besarla, porque qué pensaría el mundo. Lo difícil de saber que está esperando que me acerque y la salve de todos aquellos que no ven más allá de sus vestidos cortos, que todo -o casi todo- es solo para que la busque, porque ella se cansó de ser la que corra tras mi. No puedo hacer nada, tengo que quedarme aquí, en este rincón, de donde no debería haberme movido...
Puedo ver que arde, que me mira y fingir que no me importa; aunque ella siempre será importante, siempre querré cuidarla... Pero supongo que, como yo, ella ha crecido y ya no me necesita. Ella ya sabe cuidarse sola, siempre supo.
Necesito perderme, perderla un rato y aprender que sin el sonido de su risa la vida es mucho más seria. Mi necesidad de ser grande me obliga a dañarte, pero no es lo quiero, no quiero ni lastimarte ni hacerme grande, porque a tu lado eso nunca importó...

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