lunes, 17 de marzo de 2014

Dueles.

Dueles.
Llegas con una sonrisa, con la dulzura que solo yo veo en ti. Te instalas de nuevo dentro de mi mundo y yo ignoro todo el dolor que has provocado y que se ha ido acumulando en ese rincón. Te vas, oculto el dolor y finjo que soy fuerte.
¿Qué hago con esa pequeña montañita que ahora ocupa casi todo el salón? Nada. La dejo ahí, pasando cada día un poco de tiempo hundida en el lodo, en la mierda que tu depositaste en mi mundo y que nadie recoge. Podría tirártela a ti encima, para que supieses lo que cuesta andar con tantos litros de agua dentro...
Pero sigo, como si no pasase nada. Como si pudiese sostener el mundo con una mano sin despistarme cuando pasas delante de mi.

1 comentario:

  1. ¡Creando escuela! La montañita puedes fumártela, a lo mejor funciona...

    ResponderEliminar

De lobos y ovejas.

¿Cuántas noches había pasado sin poder dormir? Al menos las noches que no durmió fue por entregarse al placer, por hacer lo que le apetecía...