lunes, 31 de marzo de 2014

No falles.

Oriane estaba tendida en la cama, mirando al techo sin decir nada. Estaba concentrada en sentir el calor que el brazo que Aleixo le pasaba por el vientre le daba. Un calor de hogar, de protección.

-No me quieras nunca. - Al fin se atrevió a hablar. -No me quieras, porque me entrará miedo como aquella vez. De hecho, ya lo tengo... Sí, porque estoy esperando que falles, que me lastimes y no lo haces. No te veo con otra por las noches, ni en ningún momento... Y ya  no solo te da igual que la gente opine, sino que tú mismo te encargas de que la gente lo sospeche. Y yo me callo y sonrío mientras el miedo va instalándose, como si no fuese conmigo. ¿Por qué, por qué?

Oriane, por primera vez desde que se habían tumbado en la cama lo miró. Directamente a los ojos, aunque ella estaba a punto de llorar.

-Tal vez debí decirte todo esto hace años en lugar de huir a otra cama. Sí, debí hacerlo... - Suspiró y se giró quedando sus caras separadas por pocos centímetros. -Lo siento...

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De lobos y ovejas.

¿Cuántas noches había pasado sin poder dormir? Al menos las noches que no durmió fue por entregarse al placer, por hacer lo que le apetecía...