martes, 24 de mayo de 2011

Rojos.

Hacía tiempo que no me pasaba esto. Ya solo me ponía roja si me quemaba en la playa, los ojos cuando fumo, la nariz cuando bebo, los labios cuando los coloreo o cuando me los muerden... Y ahora una bola de papel da en mi cabeza y si al levantar la cabeza mis ojos se encuentran con esa mirada pequeñita mis mejillas se cubren de un gracioso color rojo que hace que las comisuras de mis labios se extiendan y mis ojos se cierren un poco.
Rojo, como el rojo de mi vestido rojo y blanco. Intenso. Como el rojo de la lata de Cocacola, o como el rojo del lápiz de colorear.
Rojo, un color que odio que me delate, y que me encanta que surja.

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