martes, 3 de mayo de 2011

Llorar.


Oriane estaba estudiando cuando de repente una horrible sensación invadió su cuerpo. Era la primera vez que sentía aquello, y es que sin nada sintió que Aleixo no estaba bien. No le preguntes porqué pero ella sabía que su salud era débil en aquel momento.
Tras varios intentos fallidos de ignorar ese sentimiento llamó a la madre de Aleixo, a quien nunca conoció pero esta vez era necesario.

-¿Sí?- Respondió una dulce voz al otro lado del teléfono, parecía cansada.
-Buenas tardes soy Oriane, no me conoce pero soy…
-Sé quién eres, no hace falta que te presentes. Aleixo me ha hablado mucho de ti, y ahora mismo andaba buscando tu número.
-¿A sí, por qué?
-Aleixo…-rompió a llorar- él ha tenido un accidente y está en el hospital y solo repite tu nombre, y requiere verte para pedirte perdón…

Oriane quedo callada al otro lado del teléfono, sintiéndose desgraciada. De pronto todo le dolía muchísimo y sentía que su pecho ardía.

-Lo siento pero tengo que dejarla.
-De acuerdo-Oriane colgó- si puedes ve a verlo.

Oriane, aun más destrozada de lo que yo puedo imaginar, se quedo quieta. No movió ni un solo ápice de su cuerpo y de repente comenzó a gritar, a derramar lágrimas como nunca había hecho. Le costaba respirar.
Salió de su casa y corrió dirección al hospital, la gente la observaba con cierta extrañeza en los ojos. Algunos se reían mientras otros sentían gran lástima.

Llegó al hospital y preguntó dónde se encontraba su gran am… Amigo.
Subió escaleras arriba intentando parecer tranquila, entró en la habitación 3401. Todos se giraron al escuchar la puerta y al verla abandonaron la habitación.

De nuevo paralizada, está vez en la puerta tras ver a Aleixo en una cama, con todos esos tubos conectados por un extremo a él y por el otro a máquinas que cumplían funciones vitales en su nombre. Consiguió salir de sus trances al escuchar su nombre en la boca de quien parecía morir.

-Oriane- su voz era muy débil. Ella se acerco a la camilla fingiendo ser fuerte.-lo siento…
-Calla, estás muy débil. No he venido para que rompas tu reposo en pedirme perdón.

Oriane le cogió la mano con delicadeza y se miraron hasta que Aleixo dejó salir una lágrima, en su mirada se atisbaba miedo a morir. Ella bajó la mirada unos segundos y notó como Aleixo apretaba su mano, tomó aliento lo miró y dijo:
-Vas a ponerte bien, te lo prometo.- Al terminar su enunciación, deseando que fuese cierto, le dedicó la mejor sonrisa que pudo y él lloró.
Una de las máquinas empezó a emitir sonidos molestos y él parecía aun más lejos de ella.
Se levantó corriendo y buscó a una enfermera, pero solo encontró familiares lamentándose. Grito y aparecieron tres mujeres vestidas de blanco.

-¿Qué ocurre?
-Tenéis que curarlo, tenéis que hacer que esté bien. Yo no puedo perderlo, no a él. Si muere, muero yo. Al menos una parte de mi.
-¿Qué le pasa?
-¡Joder id!-Estaba muy nerviosa.

Las enfermeras cerraron la puerta y ella se sentó en el suelo llorando. La madre de Aleixo se acercó a ella.
-Mi niño te quiere mucho.-Oriane se sorprendió y subió la cara.
-Yo, yo…yo no puedo estar sin él. Lo necesito y si le pasa algo sé que es mi culpa.
-No es tu culpa, es culpa de que aunque os améis hay muchos miedos. Anda levántate.

La puerta se abrió y la mayor de las tres enfermeras dijo que solo un familiar podía entrar. Oriane se disponía a sentarse en la sala de esperas cuando la voz dulce y cansada le dijo que pasara.

-Oriane, pasa tú. Eres quien Aleixo quiere que esté dentro.
-Gracias…
-Marta.

Ella entró, al ver que estaba dormido entró en el servicio. Al verse en el espejo descubrió que estaba en pijama y que su cara estaba cruzada verticalmente por líneas negras como ríos que acababan en un lago, la acumulación de lágrimas había hecho que pareciese que llevaba un antifaz. Ya no importa, lo que importa es que Aleixo se había desestabilizado cuando solo estaban los dos.

Salió del baño y lo encontró recostado, mirándola.

-Has llorado, eso es que te importo.-sonrió.
-Claro que he llorado.-anduvo hasta la cama y se sentó a su lado.-He llorado porque te quiero.
-Quiero hablar de eso, de querernos.
-Yo ya te lo he explicado por extenso muchas veces.
-Sí, pero yo no.
-Bueno, cuando salgas de aquí lo hablamos mejor.
-¿Y si no salgo?
-Te he prometido que lo harás, saldrás y discutiremos en la calle como siempre has querido.

Sonrieron. Mirándose a los ojos a ella se le desdibujó la sonrisa y él la abrazó.

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