jueves, 7 de enero de 2010

Juego de dos.

Eso es, un juego. Ni yo soy más para ti, ni tú para mí-¿O sí?-.
Sí, si eres algo más que un juego pero, no quiero más que juegos contigo. Al menos ahora.
Es este juego, este juego que acepto y no cambio por nada más.
Si al tocarte sabes que eres lo más grande que tengo esta semana. Si al mirarme ya me dices que temes perderme. Tú no sabes qué lo sé y yo sé que no lo sabes pero cambiaría todo porque tu sonrisa nunca desapareciera.
Ese juego. Todos saben que no le permitiría nunca a nadie algo asi, pero el echo de que seas tú quien quieres jugar lo cambia todo. Eso hace que no me importe ser una muñeca más que pasa por tus manos. Que me de igual que prometas cosas que no vas a cumplir-puede que porque ya no creo mucho en tus palabras-, me es indiferente si miras el escote de otra mientras me dices novia. Tengo muy claro que no lo soy y que, probablemente, nunca lo sea.
Se que es este juego, que nadie entiende y al que somos adictos. Adictos porque no eres capaz de no besarme y yo soy incapaz de resistirme cuando tu cara se acerca cada vez más a mi cara-en ese momento el tiempo parece pasar mas lento-.
Me gusta. Es nuestro juego, tuyo y mio. De nadie más. Nadie más puede entrar en él. Nadie nunca podrá imitarnos porque nadie tiene esa paciencia, ni ese deseo.
Tú, yo y un juego que empezo por puro morbo.

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