viernes, 8 de enero de 2010

Sueño...

Me gusta soñar y eso dejó de ser un secreto cuando empecé a creer que podías quererme, que tal vez había conseguido lo que otras muchas habían procurado durante largo tiempo de su vida; tiempo que ahora resultaba desperdiciado.
Me gusta soñar porque es ahí donde la sonrisa es eterna, soñar es estar en ese lugar en el que nadie va a ir a molestarme con sus preocupaciones, con el morbo de encontrar algo distinto en mis ojos a lo que todo el mundo decidió pintar hoy. Me he cansado de eso, mis pupilas ya no son el lienzo en el que un pintor mediocre pueda practicar hasta llegar a crear arte; si quiere practicar sus técnicas que recurra al folio y los lápices pastel.
Soñar, mi puerta de escape. Ir al mundo que siempre soñé donde hay una replica exacta de todas esas personas que me importan y que no quiero perder ni siquiera cuando trato de huir del mundo de amargura y crueldad en el que vivimos. Este mundo contaminado de avaricia y envidia.
¿Por qué? ¿Por qué al nacer me condenaron esto? Pues simplemente por eso, por nacer cuando el mundo detesta a una persona que destaca sobre lo popular, cuando el que destaca siente lástima del que no lo hace … Yo, yo siento pena de todo aquel que desprecia a otra persona. Siempre hay algo que aprender del de al lado. Siempre hay que dejarse influenciar por la sabiduría de quien nos habla, porque nos ayudará a enriquecernos.
Y sueño que es real, que el mundo no quiere hacer daño, que somos buenos con los demás. Despierto, y al hacerlo vuelvo a la cruda realidad. Al egoísmo de creer que solo yo tengo derecho a crecer y por ello no debo compartir todo lo que, gracias a esta vida que se hizo mi amiga, aprendí.
Ahora mismo habrá muchos habitantes del mundo -podría decir “de este país” pero no me gusta, no creo en la nación.- soñando. Soñando con ese alguien especial para quien son invisibles, y sueñan que dejan de ser invisibles para ser lo único que ve. Soñando que tienen comida suficiente para alimentar a sus hijos sin tener que dejar de comer ellos mismos. Soñando que son capaces de hacerse oír en los puestos altos, que los gobernantes empiezan a escuchar las necesidades de los gobernados.
Yo estoy despierta, intentando entrar en ese sueño para el que no es necesario dormir, pero no puedo. Hay algo dentro de mi que no me deja entrar a soñar contigo, y se lo agradezco en realidad. Si soñase contigo ahora me daría cuenta de cada vez que me has mentido. De cada sonrisa que me dedicaste sin ser en mi en quien pensabas. De que cada enfado que hemos tenido -y que me hizo llorar- para ti no fue nada, o tal vez un alivio por no tener que soportar durante un tiempo a una niñata que te idolatra. Si soñara contigo al despertar entendería aun menos porque vuelves siempre, porque por mucho que nos alejemos acabamos de nuevo juntos -a veces más unidos de lo que me gustase-.
Si soñase contigo ahora mismo estaríamos en la playa, acurrucados a causa del frío. Y yo dejaría de besarte un segundo para pedirte que nos bañemos, a lo que tú responderías con una sonrisa traviesa. Tú y yo, desnudos adentrándonos en el mar que nos envidia por estar tan revoltosos y ella tan tranquila.
Pero no sueño contigo. Sí, acabo de hacerlo y me he sonrojado mientras lo hacía. Me he sonrojado porque nunca cuento lo que ocurre en este mundo de paredes moradas con destellos negros.
Me despido, me apetece soñar un poco más con tu boca paseando dulcemente por mi espalda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

De lobos y ovejas.

¿Cuántas noches había pasado sin poder dormir? Al menos las noches que no durmió fue por entregarse al placer, por hacer lo que le apetecía...